¿De qué te preocupas, mujer? (Doral)

Desde el basto mundo de obligaciones, responsabilidades y ocupaciones de una mujer amigas queridas, surge de entre sus ilusiones, sueños y fantasías, la acariciada esperanza de tener siempre fuerza y valor para resolverlo todo, como lo hace la mujer maravilla, ¡Y casi lo logra en verdad!, a no ser por un factor importante que lo hecha a perder todo: “La preocupación”

¿Cuántas veces la mujer se preocupa por cosas inútiles…?

¡Muchas! La mayoría del tiempo, las mujeres nos llevamos pensando todo el día en miles de cosas, buscamos la forma de arreglar nuestros problemas y también los ajenos: El hogar, la familia, el esposo, los hijos, el trabajo, los amigos, los vecinos y hasta la pobre gente de la calle que nada tiene que ver. Siempre estamos mortificadas y angustiadas por lo que ya pasó y también por lo que todavía no pasa, en todo estamos, menos en el aquí y ahora.

¿Ustedes creen que puede ser bueno para alguien estar pensando siempre en el pasado o anticiparse a los eventos del futuro?

A veces es tanta la monserga y angustia que nos atrapa, que le damos vueltas y más vueltas al mismo asunto, giramos alrededor del mismo círculo vicioso, y la solución no aparece por ningún lado. Terminamos desgastadas mentalmente de tanto pensar y cansadas físicamente de tanto esperar a resolver un problema que no parece tener solución.

Y la verdad amigas queridas es que terminamos más devastadas en nuestro propio desaliento y más enredadas entre el reciclaje de ideas, cuando buscamos por todos lados la tan ansiada solución que no está al alcance de nuestras manos, y hasta queremos hacer milagros por quedar bien con todo mundo, pero puf… ¡imposible!

Hay cosas que no valen tanto la pena como para tirarse a matar por ellas, y de pilón atropellar a quien se nos atraviese en el camino. No es nada grato ni productivo vivir al lado de alguien que siempre está renegando y se está “pre-ocupando de y por todo”. No es digno de una mujer, que siempre se esté molestando y quejando por todo:

“Qué lata, ya no tengo ropa que ponerme”, “Ya tengo mis zapatos todos desgastados” “No tengo tiempo de atenderte” ¿Por qué no me respetas? ¿Qué vestido me pondré mañana?, ¿Cómo le haré para que me alcance el dinero? ¿Qué será bueno hacer para que aquél hombre se fije en mí? ¡Qué fastidio, tengo que ir a trabajar!…. ¡Tengo tantas cosas que hacer hoy! ¿Hasta cuándo cambiará mi suerte? ¿Por qué ella tiene todo y yo nada?, etc.

Miles de lamentos se constituyen en alimentos diarios de nosotras las mujeres, ¿Por qué tiene que ser siempre así? ¿Hasta cuándo aprenderemos a madurar, a ser mujeres fuertes, enteras, realistas y menos soñadoras?.

Equilibremos pues el sentido común, y no hagamos tampoco todo lo contrario. ¿A qué me refiero? Me refiero a aquellas mujeres a quienes se puede estar cayendo el mundo encima y no reaccionan, parecieran tener atole en sus venas en vez de sangre, les vale puro gorro todo, no se preocupan de nada: Ni del marido, ni del hogar, ni de los hijos, ni de su trabajo, ni de su misma persona, ni de nadie… ¡Viven muy a gusto a costa de los demás!, y eso no es justo ni digno tampoco de una mujer.

Pensamiento

Aprendamos a ser equilibradas, sensatas, centradas y animémonos por favor, a poner a cada persona y a cada cosa en su sitio, sólo así y de esa manera, dejaremos de ser “disquitos rayados”, siempre cantando los mismos ritmos y baladas de preocupaciones mil.
Mis respetos y cariño siempre,
Doral